sábado, 14 de mayo de 2011

Chardin y el arte de lo cotidiano


Delante de este cuadro, el sábado pasado en el Museo del Prado, me emocionaba el estilo de un pintor realmente conmovedor. Me pregunté, observando pacientemente esa pompa de jabón, cómo podría yo recoger esa escena en un cuento que narrara el espíritu de esa obra. Tarea difícil, por no decir imposible, pensé.
Según avanzaba por la exposición me hacia muchas preguntas, entre ellas ¿cómo era posible que con representaciones tan estáticas consiguiera Chardin trasmitir tantas sensaciones?
Bodegones con trozos de salmón y caballas colgando, entre los objetos más habituales de una cocina parisina del siglo XVIII –posiblemente la suya–, formaban la más profunda manifestación de un arte tranquilo y doméstico, donde lo sencillo y lo cotidiano nos hace reflexionar sobre al arte más complejo y surrealista que se ha ido haciendo en el transcurso de los dos últimos siglos, en el que las manifestaciones artísticas de lo cotidiano se han ido elevando a la máxima categoría de arte. Y no hace falta más que acercarnos a los cientos de exposiciones que se inauguran todos los días para muestra de los artistas que trabajan con los objetos más elementales de siglo XXI como representación de la abstracción artística. ¿Qué es el pop art sino la utilización de lo cotidiano convertida en objeto artístico? Y si no que se lo digan a Warhol y sus objetos impersonales, como las latas de sopa.

Y hasta el 29 de mayo podernos disfrutar en el Museo del Prado de la pintura ilustrada de Chardin (1699-1779) y sus naturalezas muertas del siglo XVIII menos muertas que nunca, y de sus figuras tranquilas y serenas que nos llevan de la mano a una sensación placentera cada vez más difícil de hallar en el arte. Y es que este pintor es capaz de conmover con las sutilezas más sencillas.

1 comentario:

  1. Qué y quién decide lo qué es y no es Arte? El arte en sí, está por encima de las personas de sus negocios y posiciones sociales, porque el arte en sí no existe, no es un solomillo, un salmón, una veta de mármol, un cuerpo desnudo o un paisaje natural de la campiña francesa, el arte sólo vive y está en la mente de quien lo ve, sea imaginario, cotidiano, sublime o incomprensible. El llamado artista ni tan siquiera sabe que lo hace es o será arte, el simplemente libera una necesidad, la expresión de lo que su alma y mente imagina o siente: el resto de personas son quienes categorizarán ese hecho como arte, vulgaridad o parida mental. ¿Preguntemos a Van Gog por qué murió pobre cuando hoy en día cualquiera de sus hábiles trazos vanguardistas vale millones? ¿Preguntemos a otros artistas que murieron con los bolsillos llenos cuando decidieron codearse y pintar la realeza y clero del momento? El arte en si no existe, lo convertimos en arte porque necesitamos de refuerzos externos que justifiquen nuestras ansiedades, carencias, dominios o deseos. El arte es pura psicología porque emana de lo más profundo de uno mismo y abduce a los demás hacia una valoración subjetiva. Qué es más arte el Guernica de Picasso o las pinturas rupestres de Altamira? ¿La fotografía serigrafiada de Marilyn de Andy Warhol que ni siquiera el mismo fotografió o una televisión rota en un pedestal firmado por algún autodidacta desconocido? ¿Cuál es el mecanismo que convierte algo en arte? ¿Acaso no es también arte las manifestaciones artísticas de una tribu africana que anda en cueros y pinta sus cuerpos con extractos naturales de las hojas de la selva? ¿Qué es más arte el paisaje que genera por si misma la propia naturaleza o el mismo paisaje que el pintor copia con sus pinceles en el lienzo? El arte y su valoración es subjetiva y depende de los momentos en los cuales se valora; lo que hoy es arte antes era ridiculizado e iba directo a la basura; lo que hoy no es famoso un día puede convertirse en la estrella principal del Louvre. Muchos artistas que en sus tiempo fueron objeto de mofa y desprecio hoy en día sus obras son celebridades multimillonarias.

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